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Una de las consecuencias inesperadas del brote de coronavirus en el mundo ha sido el gran respiro que le estamos brindando al medio ambiente. Un aire más limpio, calles con menos basura y una reducción en las emisiones de gases que contribuyen al cambio climático, entre otros. Santa Teresa, ubicada en el Sur de la Península de Nicoya, no es la excepción.
El cierre de comercios y la reducción del uso de medios de transporte para hacer frente a la epidemia de COVID-19, se ha traducido en una disminución sustancial de la contaminación. En Santa Teresa, pueblo costero y altamente turístico, la mayoría de los restaurantes y hoteles cerraron, al igual que las playas. Los vecinos de la comunidad utilizan más la bicicleta que sus autos y se están inclinando hacia el consumo de productos locales que contribuyen en menor escala a la contaminación global.
Nuestro ingeniero ambiental, Kenneth Alfaro, hace monitoreos mensuales de los ríos de la zona y evidenció esta reducción de contaminación precisamente en la Quebrada Danta, uno de los ríos más contaminados de la Península que desemboca directamente en la playa donde todos nos bañamos y surfeamos. En la foto 1, tomada en enero 2020, TEMPORADA SECA, podemos observar una gran acumulación de aguas residuales. En la foto 2, tomada en abril 2020, todavía se evidencia contaminación por aguas residuales pero claramente en menor cantidad. Esto es positivo en la medida que la Quebrada Danta, debido al cierre de los negocios aledaños, está recibiendo menos contaminación. Sin embargo, el punto que queremos recalcar con esta nota es que como comunidad, estamos utilizando al río como una cloaca y esto tiene que cambiar.
Más allá de entender el valor esencial del agua para la vida humana y la vida en general, necesitamos entender que los turistas, clientes de los negocios locales, vienen atraídos por la belleza natural de la zona. Si nosotros mismos la contaminamos, no solo estamos destruyendo los recursos naturales que necesitamos para vivir sino que estamos autosaboteando los ingresos y la actividad económica que sostiene al pueblo. Es hora de dejar la mentalidad cortoplacista, enfrentar las consecuencias de nuestros actos y actuar de forma diferente.
Nos alegra pensar en la posibilidad de una reactivación de la economía local que alivie las dificultades que atravesamos actualmente. Ahora es tiempo de analizar, tomar consciencia y reorganizar lo importante. Necesitamos negocios abiertos para generar ingresos y así darle de comer a nuestras familias, pero observemos la ironía y entendamos que realmente estamos protegiendo a nuestros hijos y a las próximas generaciones si abrimos las puertas teniéndolos en cuenta. Corregir prácticas contaminantes no necesariamente se traduce en un incremento de costos. Reactivemos, sí claro, pero de forma inteligente, no solo pensando en el interés de tu núcleo individual, sino tomando también en cuenta a tus vecinos y a la naturaleza que te rodea. Como comunidad, preguntémonos cómo podemos salir adelante todos? Abramos nuestra visión a una visión comunitaria. ¿Cómo queremos que sea la “nueva normalidad” de esta comunidad? Al fin y al cabo somos nosotros que la creamos, ¿o no?
Antes de abrir, por favor:
- Chequeá tu sistema de tratamiento de aguas residuales. ¿Funciona bien? ¿Podrías mejorarlo? Hay muchas maneras de mejorarlo y nosotros te podemos ayudar de forma gratuita para tener un sistema de saneamiento que te haga sentir orgullos/a!
- No comercialicés plástico de un solo uso como cubiertos de plástico, envoltorios de estereofón, etc.
- Manejá bien tus residuos sólidos: compostá los orgánicos y reciclá el vidrio, metal, plástico y tetrabrick.
- Considerá el bienestar y los intereses de la comunidad y no exclusivamente en los tuyos propios.
Entendamos que somos tan solo una parte de un sistema natural integral diseñado para funcionar perfectamente. Preguntémonos si ¿somos una parte que perturba el funcionamiento de este sistema o si más bien contribuimos a su balance y bienestar?
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Quarantine effects on the Danta river
One of the unexpected consequences of the coronavirus outbreak in the world has been the great respite the environment has been given. Cleaner air, streets with less trash, and a reduction in the emissions of gases that contribute to climate change, amongst others. Santa Teresa, located in the South of the Nicoya Peninsula, is no exception.
Business shutdowns and reduced transportation to face the COVID-19 epidemic have resulted in a substantial decrease in contamination. In Santa Teresa, a coastal and highly touristic town, most restaurants and hotels have closed, as have the beaches. Community residents use the bicycle more than their cars and are leaning towards the consumption of local products that contribute in a smaller scale to global pollution.
Our environmental engineer, Kenneth Alfaro, carries out monthly water quality monitoring on the local rivers and evidenced contamination reduction in the Quebrada Danta, one of the most polluted rivers in the Peninsula which flows directly into the beach where we all bathe and surf. In picture 1 taken in January 2020, DRY SEASON, we can see a massive wastewater accumulation. In picture 2, taken in April 2020, we can still see wastewater pollution, but in a lesser amount. This is positive in the sense that the river is receiving less polluted water -given that most of the neighboring businesses have temporarily shut down. Nevertheless, what these pictures reveal is that the community has been using this river as a sewer and this needs to change.
More than understanding water’s essential value to human life and to all life in general, we need to understand that the tourists -local businesses clients- are attracted to this area because of its natural beauty. If we pollute it, we are not only destroying the natural resources we need to live, we are also auto-sabotaging our income and the town’s main economic activity. It’s time to drop the short-term mentality, face the consequences of our acts, and act differently.
We are glad to think about the possibility of an economic reactivation which will bring some relief, these are hard times for sure; but it is time to analyze, to gain awareness, and reorganize what’s essential. We need open businesses to generate income and thus feed our families, but let’s see the irony and understand that we are really protecting our children and the future generations if we actually take them into account when we open our doors. Long-term smart actions are needed now. Fixing polluting practices does not always imply incurring extra costs. Let’s reactivate, for sure! But let’s not only focus on our individual interests, open your eyes and look around, think about your neighbors and nature that is all around you. We all want to make it right?! Let’s ask ourselves as a community how can we ALL make it? Let’s broaden our vision! How do we want this community’s “new normal” to be? We are the ones who create it, aren’t we?
Before re-opening please consider:
- Checking your wastewater treatment system. Is it working fine? Can it be improved? , There are many ways to fix it. We can gladly give you some (free) advice to help you have a system you can be proud of.
- Not selling single-use plastic such as plastic cutlery, straws, styrofoam, etc.
- Managing your solid waste appropriately: compost the organics and recycle the glass, metal, plastic, and tetrabrick.
- Taking into consideration the well-being and interests of the community, not only your own.
Let’s understand that we are just a tiny part of a whole natural integrated system designed to work perfectly. Let’s ask ourselves: is our tiny part in this perfect system disrupting it? or is it contributing to its balance and well-being?