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Con fuertes lazos a la tierra y su dependencia hacia la ganadería y la agricultura, los productores agropecuarios de zonas rurales son altamente vulnerables a los efectos del cambio climático. Ahora, gracias a la ayuda de proyectos gubernamentales y a su disposición al aprendizaje, muchos productores alrededor del país están ampliamente beneficiándose de nuevas tecnologías sostenibles.
Este es el caso de nuestros héroes y modelos a seguir, Argeri y Carlos, un matrimonio que vive en su finca en La Palmita. Hace un año, comenzaron a introducir ingredientes sostenibles en su trabajo diario que los hace servirse de cada pasto, fruta y animal de su finca sin degradar el medio ambiente.
“Nosotros aprovechamos todo”, explica Carlos mientras riega y limpia su chiquero. Ellos tienen quince cerdos cuyo excremento alimenta un biodigestor que genera fertilizante natural para sus plantas y biogás para hacer funcionar su cocina. A su vez, tienen plantaciones de plátanos y guanábana, un atractivo vivero que nace del abono natural y ganadería.
¿Cuál es el elemento indispensable para que todo este ciclo funcione? Tener la mente abierta, responde Argeris, y estar dispuestos a innovar. Hace algunos años, el Ministerio de Agricultura y Ganadería se acercó a la finca para apoyarlos con la construcción de un biodigestor en el marco del Plan de Descarbonización de Costa Rica. Les impartieron cursos, talleres y les financiaron la mitad de la compra de un biodigestor, una bolsa gigante que funciona como el estómago de un animal y contiene millones de bacterias, que mediante un proceso de descomposición, genera abono y gas natural.
El ciclo funciona así: Carlos recorre Santa Teresa varios días a la semana recogiendo los residuos orgánicos de los restaurantes de la zona, los cuales utiliza para darle de comer a sus chanchos. Los desechos que estos animales generan son el motor del biodigestor. Las bacterias dentro de él, se alimentan de los nutrientes que hay en los desechos y generan, por un lado, abono foliar utilizado para fertilizar las plantas sin emplear ni un solo químico y, por otro lado, el gas natural que sirve para prender los quemadores de la cocina.
Carlos y Argeris son conscientes de que las fincas producen desechos orgánicos que pueden llegar a contaminar el agua y producir gases de efecto invernadero. Afortunadamente, ellos ven este problema como una oportunidad. Gracias a su iniciativa y flexibilidad construyeron una finca con prácticas puramente sostenibles, donde cada posible foco de contaminación es reconvertido en un elemento de uso positivo.
Estos son pequeños pasos que dos personas están dando para combatir el cambio climático y sus efectos. Todavía queda un largo camino por recorrer, pero es importante dar a conocer historias de personas como Carlos y Argeris, que en una pequeña finca en la montaña de La Palmita están realmente haciendo la diferencia. Soluciones sostenibles a largo plazo son las que necesitamos para poder, de una manera realista, seguir viviendo en armonía con la naturaleza que nos rodea y que nos ofrece todo lo que necesitamos para que cada ser vivo de este planeta sobreviva de manera sostenible.
Por estos motivos, queremos agradecer a Argeris Rosales y Carlos Esquivel de La Palmita por entender que todo en esta tierra se puede aprovechar, lo bueno y lo malo, y que todo se puede encauzar en pos de dejar una huella positiva.
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Rural farmers are taking the lead on fighting climate change, read how!
With strong ties to the land and reliance on livestock and agriculture to thrive, agricultural producers in rural areas are highly vulnerable to the effects of climate change. Now, thanks to the help of government projects and their willingness to learn, many producers around the country are benefiting from new sustainable technologies.
This is the case of our heroes and role models, Argeris and Carlos, a couple who live in their farm in La Palmita. They began to introduce sustainable ingredients in their daily farming activities that helped them take advantage of each grass, fruit, and animal of their farm without degrading the environment.
“We take advantage of everything,” Carlos explains as he waters and cleans his pigsty. They have fifteen pigs whose manure feeds a biodigester which generates natural fertilizer for their plants and biogas to run their kitchen. Furthermore, they have banana and soursop plantations, an attractive plant nursery that thrives on natural fertilizer, and livestock.
What is the key element for this whole cycle to work? To have an open mind, Argeris responds, and to be willing to innovate. A few years ago, the Costa Rican Ministry of Agriculture and Livestock approached farmers to support them with the construction of a biodigester in the framework of Costa Rica’s Decarbonization Plan. They held courses, workshops, and financed half of the purchase of a biodigester. This is a giant bag that works as an animal stomach which contains millions of bacteria, which through a decomposition process, generate fertilizer and natural gas.
The cycle works like this: Carlos tours Santa Teresa several days a week collecting organic waste from restaurants in the area, which he uses to feed his pigs. The waste that these animals produce are the engine for the biodigester. The bacteria inside feed on the nutrients found in the waste and produce, on the one hand, chemical-free foliar fertilizer used to fertilize the plants, and on the other hand, natural gas used for stove burners.
Carlos and Argeris are highly aware that farms produce organic waste that can pollute water and produce greenhouse gas emissions. Fortunately, they see this problem as an opportunity. Thanks to their initiative and flexibility, they built a farm with purely sustainable practices, where every possible source of pollution is converted into an element of use.
These are small steps that two people are taking to combat climate change and its effects. There is still a long way to go, but it is important to show stories of people like Carlos and Argeris, who are actually making a difference in a small farm on the mountain of La Palmita. Sustainable long-term solutions are what’s needed in order to be able, in a realistic way, to continue living in harmony with nature which offers us everything we need so that each living being on this planet survives sustainably.
For these reasons, we want to thank Argeris Rosales and Carlos Esquivel from Manzanillo for understanding that everything on this earth can be useful and beneficial and that everything can be steered towards positive results.