-English version below-
No se necesita mucho para hacer las cosas bien. No se necesita ser una empresa grande para tener un impacto positivo. Tampoco se necesita ser muchos para dar el ejemplo.
Doña Yanira, cobaneña de 54 años, tiene casas de alquiler en Santa Teresa y renta otra propiedad a un bar muy popular de la zona. Como cualquier otra persona, se despierta temprano, atiende a sus huéspedes, cultiva su jardín, paga sus cuentas y atiende sus quehaceres; pero, a diferencia de cualquier otra persona, hay algunas instalaciones en su propiedad que la destacan del resto. En el jardín de sus casas de alquiler hay tres trampas de grasa, una biojardinera, un sistema de reutilización del agua de la biojardinera para riego, una estación de reciclaje, dos de compostaje y paneles solares para calentar el agua de la ducha de sus huéspedes.
¿Parece demasiado? Pues para doña Yanira es algo simple, algo que todos deberíamos hacer y de acuerdo a lo que ella nos cuenta, no le costó tanto.
En el 2017, llevó trece talleres dictados por Adriana Pál de Escuela de la Jungla sobre cómo convertir las tareas cotidianas en prácticas amigables con el medio ambiente. Aprendió sobre permacultura, construcción de biojardineras, cocinas solares, plantas medicinales, entre otras temáticas, que la catapultaron a llevar todo lo aprendido a su propia realidad.
Se toma unos cinco minutos para explicar a sus huéspedes -si hablan inglés interviene su hijo- sobre las problemáticas de la basura que tenemos en el pueblo y les pide por favor si pueden colaborar separando y limpiando los reciclables y poniendo los restos de basura orgánica en un baldecito que ella cambia casi a diario. Doña Yanira nos cuenta que la mayoría lo hace con gusto. El agua con la que se duchan los huéspedes es calentada por un panel solar, que luego a través de una trampa de grasa y una biojardinera se limpia y se reutiliza para regar su jardín.
Para ella, si todos fueran conscientes, no habría problemas, “no cuesta nada separar las latas o las botellas de plástico”, nos dice. Ella confía en que los seres humanos estamos capacitados para hacer este tipo de cambios fundamentales que son necesarios para poder seguir viviendo en armonía con este planeta.
Hablando con ella, uno nota al instante que es alguien con muchas ganas de aprender y, mejor aún, con demasiado entusiasmo para ponerlo en práctica. La receta es la siguiente: interesarse por un tema, investigarlo, buscar los recursos y hacerlo. A muchos nos cuesta y a ella seguramente también, pero lo hace igual, haya adversidades o no.
Doña Yanira, para Nicoya Península Waterkeeper, es una inspiración, es alguien que, en el medio de casas y negocios que vierten sus aguas residuales sucias en la calle, brilla y da esperanza. ¡Muchas gracias por aportar desde tu lugar y dar el ejemplo para que más personas se inspiren y copien el modelo!
Doña Yanira: a story that sets a big example from a small place
You don’t need much to do things right. You don’t need to be a big business to have a positive impact. You don’t need to be many to set an example.
Doña Yanira, 54, born in Cobano, has rental houses in Santa Teresa. Like any other person, she wakes up early, hosts her guests, tends her garden, and pays her bills; but, unlike any other person, she has built some facilities in her property that differentiates her from the rest. The garden of her rental houses has three grease traps, a bio-garden, grey water reuse for irrigation, a recycling station, two composting stations, and solar panels to heat the guests’ showers.
Does it seem like too much? Well, for doña Yanira, it’s something simple, something we should all do and, according to what she says, it didn’t cost her that much.
In 2017, she participated in thirteen workshops taught by Adriana Pál from Escuela de la Jungla on how to turn everyday tasks into environmentally friendly practices. She learned about permaculture, bio-garden construction, solar cooking, medicinal plants, amongst other topics that catapulted her to bring everything she learned to her own reality.
She takes about five minutes to explain her guests -if they speak English, her son steps in- about the town’s problems regarding garbage and ask them politely if they can collaborate separating and cleaning the recyclables and putting the remains of organic waste in a little bucket that she changes almost daily. Doña Yanira tells us that most people do it gladly. The hot water with which the guests take a shower, is heated by a solar panel, which is then cleaned through grease traps, a biogarden, and reused to irrigate her garden.
She thinks that if everyone was aware, there would be no problems, “it costs nothing to separate cans or plastic bottles,” she tells us. She trusts that human beings are capable of making these fundamental changes that are necessary to continue living in harmony with this planet.
When speaking with her, you instantly notice that she is someone who is eager to learn, and better yet, with too much enthusiasm to put it into practice. The recipe is as follows: be interested in a topic, do some research on it, find resources, and do it! It may be difficult for some of us, and surely it is difficult for her as well, but she does it anyway no matter the adversities.
For Nicoya Peninsula Waterkeeper, doña Yanira is an inspiration, she is someone who shines and gives hope, amongst houses and businesses pouring dirty sewage on the street. Thank you very much for contributing from your place and setting the example for more people to be inspired and copying the model!